El cumpleaños de Violeta



Hoy es cumpleaños de Violeta y decidí escribirle un texto porque está, como casi todos los años, a muchos kilómetros de distancia como para celebrarlo en persona. A pesar de que el fin de semana pasado fuimos al boliche, bebimos cerveza e insistió para que la acompañáramos a una fiesta en un hotel donde aspiró cocaína del pecho de un stripper, me parece importante celebrar, aunque sea a distancia y de una manera menos exótica, el día de su cumpleaños.



Conozco a Violeta desde hace algunos años, con seguridad más de los que puedo traer a la
memoria. El recuerdo más antiguo que tengo de ella es siendo regañada por una maestra de primaria debido a que leía a escondidas un libro -no sé cual- en lugar de poner atención a la clase. Violeta hizo berrinche, muy parecido a los que hace actualmente, pues le decomisaron el libro y no podría terminarlo. Yo estaba sorprendido: no podía creer que alguien hiciera un berrinche porque le quitaran un libro. Bueno, ahí estaba Violeta. Era quinto de primaria. A pesar de que no éramos amigos muy cercanos, nos comenzábamos a hablar. Una vez aposté con ella a que no iba a la escuela en pijama al siguiente día, por supuesto perdí.


El siguiente año fue cuando, creo, nos hicimos amigos cercanos. En la escuela a la que íbamos nos sentaban en mesas de dos. Nos sentaron juntos para que no habláramos, craso error de la maestra. Básicamente la mitad del año nos la pasamos platicando, la sección para guardar los libros de nuestro pupitre estaba hecho un cochinero, había toppers de ambos con comida de semanas echada a perder, creamos una historieta titulada "Super pig" basada en la niña bulleada del salón y fundamos una empresa llamada PEMOV, supongo, la distribuidora de los comics. Las siglas significaban (si no mal recuerdo) "Personas extremadamente molestas Oscar y Violeta". No recuerdo los diálogos de la historieta ni el argumento, pero recuerdo que ella hacía los dibujos y yo, seguramente, me hacía wey.


Entramos a distintas secundarias y a la misma preparatoria. En ocasiones pasábamos días enteros
tirados en el piso de la escuela viendo, literalmente, la vida pasar; otras bebíamos desde las 10 de la mañana en un bar clandestino llamado "La casa de la tía" o algo así. Era el patio de la casa de una señora que vendía caguamas y que nos dejaba emborracharnos en su casa. Bendita sea.

Me siento muy afortunado en tener una amiga como Violeta, ha dejado de fumar por decisión propia, se dedica a la historia y a reseñar cafés, tiene sangre nórdica y usa chamarra con temperaturas de 16 grados, es extremadamente inteligente y se ha ligado a un mesero del Moronas para que nos haga descuentos (hasta ahora no nos ha hecho ninguno). Espero poder seguir compartiendo experiencias con ella y que en éste momento esté celebrando su cumpleaños comiendo frijoles con arroz en la península de Yucatan.



Te mando un fuerte abrazo Violeta y nos vemos a tu regreso. ¡Feliz cumpleaños!



O.

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