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Mostrando entradas de diciembre, 2015

El cumpleaños de Violeta

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Hoy es cumpleaños de Violeta y decidí escribirle un texto porque está, como casi todos los años, a muchos kilómetros de distancia como para celebrarlo en persona. A pesar de que el fin de semana pasado fuimos al boliche, bebimos cerveza e insistió para que la acompañáramos a una fiesta en un hotel donde aspir ó cocaí na del pecho de un stripper, me parece importante celebrar, aunque sea a distancia y de una manera menos exótica, el día de su cumpleaños. Conozco a Violeta desde hace algunos años, con seguridad más de los que puedo traer a la memoria. El recuerdo más antiguo que tengo de ella es siendo regañada por una maestra de primaria debido a que leía a escondidas un libro -no sé cual- en lugar de poner atención a la clase. Violeta hizo berrinche, muy parecido a los que hace actualmente, pues le decomisaron el libro y no podría terminarlo. Yo estaba sorprendido: no podía creer que alguien hiciera un berrinche porque le quitaran un libro. Bueno, ahí estaba Viole...

Paja pseudo-profunda (o nuestra fascinación por lo absurdo y vacuo)

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Facebook es un laboratorio de paja pseudo-profunda. También lo es de paja, a secas. El 99% de las publicaciones son paja, y la salpicada va dirigida también a las citas textuales de la primera página de   Rayuela,  de la página 43 de alguna edición de bolsillo del   Manifiesto del Partido Comunista  de Marx y Engels o de algún aforismo simpático y misántropo de  Así Habló Zaratustra   de Friedrich Nietzsche que todo buen intelectual de segundo semestre de la licenciatura en lo que sea ha publicado en su muro de Facebook. También son paja las fotos dramáticas que buscan concientizar a la gente sobre temas que probablemente ni siquiera están relacionados con la intención original de la imagen compartida, como la foto de un accidente automovilístico que mis contactos motociclistas han estado compartiendo últimamente para victimizarse ante las nuevas medidas del reglamento de tránsito del Distrito Federal (accidente trágico que en realidad ocu...

Una vaga defensa de la Navidad

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Se acerca Navidad, la época del año en que me enrosco en mi cueva y sólo salgo para robar comida del refrigerador familiar.    Miento muchísimo. No soy tan Grinch como aparento (o como solía aparentar). Cuando era adolescente solía odiar la Navidad con toda mi alma. El primer motivo es porque desde niña me había declarado abiertamente atea, comecuras, anticristo, etcétera (y lo sigo siendo, pero no como curas ni odio a Cristo, sólo no creo en fantasías sobrenaturales, por muy bien contadas que estén), y por lo tanto a las celebraciones religiosas (principalmnte la tediosísima Semana Santa a la que sigo sin entenderle). El segundo motivo era la adolescencia misma. Era rebelde porque encajaba perfectamente en el arquetipo de adolescente y odiaba todo lo que me imponía la sociedad por una especie de anarquismo nihilista absurdo y sin fundamento (si mi yo de 15 años leyera lo que estoy escribiendo seguramente hallaría el modo de viajar al futuro para cortarme los dedos e i...